“Porque Dios, que dijo: <¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!>, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rosto de Jesucristo.”
“Que la belleza de ustedes no sea la externa, más bien, que sea la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu humilde y apacible.”